Cultura

Desvanecerse

por Odda Shumann

Hay que desvanecerse como una hoja para entender. Crecer y deshidratarse, perder peso y dureza. Entender cómo funciona algo como el amor solo es posible cuando se empieza a caer. Cuando ya nada puede sostenerte. Es el pliegue del viento que se arremolina y te envuelve, dejando nuevas microvidas, ciclos enteros y minúsculos. Así es como entiendo que nada es tan importante. Que el momento que te hace atravesar la carnicería en 1970 carece de tiempo si te dedicás a hurgar el pasado, a precisar la distancia angustiante entre lo que cada vez solo puede ser menos de lo que es. Es el momento en que nunca nada puede reinventarse, sino apenas ser una saturación de recuerdos que te ahogan cuando ya cruzás la avenida.

Después querés caer de un quinto piso, como el loco Amaya. Vos lo viste y lo insultaste. Todos corrieron a ayudarlo, pero vos te quedaste riéndote desde la ventana. Es como el balde de agua caliente en carnaval, que te pela la sensibilidad y te vuelve igual al resto.

Así le ves la cara todos los días por el espejo. Le mirás los dientes, lo grasoso que tiene el pelo, lo caído que están sus cachetes (la palabra “pómulos” es demasiado fifí para vos) y el color común de ojos que tiene cualquiera. Ese desastre sos vos, pisando los cincuenta y haciendo que nada valga la pena. Te ridiculizás por teléfono y te brotás la cara por los nervios. Arrancás los carteles de amor juvenil y te enrollás el tabaco que robaste. Ahora robás. Decís que perdiste el alma. Pensaste que tenías una. Nada puede ser peor. Nada en la tierra está destinado a ayudarte. Sos un ejemplo de tristeza y todos se ríen a tus espaldas. Pero no querés terminar colgado o con una bala en el cráneo.

Sos tan poco soñador que sabés que hasta eso puede fallar. Porque cuando te tiemblan las manos y estás a punto de tirarte a las vías del subte, la película sos vos. Todos te miran y nadie quiere terminar así, pero ríen y lloran con vos mientras comen pochoclos. Lo hacen a costa tuya. Como Pilar, que se deprimió a costa tuya y ahora cambió de película porque ya ni tu muerte es tan importante cuando te desvaneciste antes de empezar.

(*): paramatarlapoesia.com

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